En la conciencia de la presencia de Dios, espero.

En el silencio de la oración, espero.

Al descansar mi cuerpo, permitiendo que mi respiración se estabilice, afirmo la presencia de Dios.

Doy gracias por las bendiciones recibidas.

Afirmo salud y prosperidad para mí y los demás, y dejo ir la ansiedad.

Puedo apreciar la presencia de Dios en mis interacciones diarias.

La percibo en la sabiduría de una persona en quien confío, en la sonrisa de un amigo, en la voz de un niño.

Percibo cómo la presencia de Dios se refleja en mí y en todo a mi alrededor.

Al contemplar el detalle más pequeño o los sucesos más grandes, sé que la presencia de Dios está allí por igual.

Encuentro gozo verdadero en esperar, atento a la presencia de Dios. Descanso y espero.


Jehová es Dios justo. ¡Bienaventurados todos los que confían en él!—Isaías 30:18
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